La llegada del frío en las residencias de ancianos y sus efectos
Se ha acabado el verano y han llegado las bajas temperaturas, los días son más cortos, los árboles adquieren diferentes tonalidades y van perdiendo sus hojas poco a poco, empiezan las lluvias y los días grises.
Todo ello hace que la mayoría de las personas se sientan más melancólicas y noten como si hubiesen perdido el tono. Pero con la llegada del otoño también llegan los guisos, el café caliente alrededor de una mesa y poco a poco la entrada del invierno.
Ya es sabido por todos que cada estación del año nos influye de alguna manera en nuestro ánimo, sobre todo hasta que nos acostumbremos al cambio. En las residencias de ancianos en Madrid como residenciaavenidasanluis.com se notan los cambios de estación.
Pero, ¿cómo afecta este cambio de estación a nuestros mayores?
Los paseos dejan de ser tan frecuentes, los familiares no tienen tanto tiempo libre como en verano y las visitas se reducen, la falta de movilidad y los riesgos que conlleva una caída para los ancianos les hace recluirse en las paredes de la residencia.
Nuestros mayores son especialmente sensibles al descenso de temperaturas, por lo que les suele dar más pereza salir de las residencias de ancianos. También sus estados de ánimo se suelen ver influidos, agravándose por ejemplo los estados depresivos.
Se dan además mayor número de complicaciones en sus enfermedades crónicas. En patologías que afectan especialmente a estos grupos de edad como Alzheimer o deterioros cognitivos (Pic, demencias) suele costarles más el cambio de horarios, rutinas y el paso del calor al frío.
¿Cómo podremos darle un cambio positivo al cambio de estación?
Desde las residencias de mayores en Madrid se propone cambiar la perspectiva de “dejar de” con respecto a las cosas que se hacían en verano y enfocar el cambio de estación a retomar las actividades que no se podían hacer con el calor o empezar nuevas.
¿Qué medidas podremos tomar para evitar que a nuestros mayores les afecte el cambio de estación?
Se recomienda que todas las personas a partir de los sesenta años tanto si están en residencias como si todavía viven en sus hogares se vacunen contra la gripe. además de que lo hagan sus cuidadores y las personas que se encuentren en su entorno como medida preventiva.
Para evitar contagios tendremos que ser constantes en la costumbre de lavarnos las manos y a nuestros ancianos, taparnos la boca con un pañuelo al toser o al estornudar y desecharlo después, ventilar las habitaciones cada día y no compartir cubiertos ni vasos.
Tendremos, además que fomentar el ejercicio en nuestros ancianos, atendiendo siempre a sus posibilidades. Es muy importante mantener en ellos un nivel de fuerza y de masa muscular óptimo para así, evitar posibles caídas (por la lluvia olas hojas en el suelo).
Sabemos de sobra que con el paso delos años una caída puede suponer un gran problema, ya que son más frecuentes las fracturas y más difíciles de curar. Aparte de que un ejercicio moderado ayuda enormemente a la mejora en osteoporosis.
En definitiva, con el ejercicio y con las actividades, trataremos de combatir el sedentarismo que se suele dar con la llegada del frío y la imposibilidad de salir al aire libre en muchas ocasiones.
Con la alimentación también tendremos que estar pendientes, deberán hacer no menos de cinco comidas diarias. un desayuno que les aporte energía y cenas ligeras para que puedan descansar bien.
Aprovecharemos para reforzar su sistema inmunitario e introducir alimentos de la temporada en el menú. Tales como arándanos, legumbres, lentejas, cítricos, tomates.
Tendremos que estar pendientes de que nuestros ancianos estén hidratados, ya que al no sentir calor no sienten la necesidad de beber agua o líquidos, aunque su organismo los necesite.
En cuanto a la sensación de soledad y aislamiento que a cualquiera nos podría dar por la falta de luz y la bajada de temperaturas tendremos que animarles a que se apunten a las diferentes excursiones que hay siempre disponibles para su grupo en las entidades y administraciones.
Septiembre y Octubre no son sólo meses de inicio del cole para los más pequeños, sino que la mayoría de actividades suele empezar en este mes. Con cursos como por ejemplo los bailes de salón, la pintura o talleres de escritura conseguiremos paliar los efectos del envejecimiento además de hacer la transición al invierno mucho más llevadera.
Para muchos ancianos la llegada del otoño es la vuelta a los centros de día, lo cual les brinda una nueva oportunidad de relacionarse.
Desde las residencias de ancianos de Madrid recuerdan que las personas mayores pueden ser un gran activo, dado su experiencia, por ejemplo en la participación de proyectos solidarios o tareas de voluntariado.
Conseguiremos que así, además de aportar mucho a la comunidad sientan que son indispensables y que no les guardamos en el trastero igual que a las sombrillas de verano hasta que llegue el buen tiempo de nuevo.